El herpes zóster es una erupción cutánea y neurológica que puede ser muy dolorosa. Se debe al virus varicella-zoster; es la reactivación del virus de la varicela en el cuerpo.
Cualquier persona que haya sufrido de varicela puede desarrollar herpes zóster. Se desconoce por qué se reactiva el virus.
El herpes zóster es una reactivación del virus varicela-zóster, es decir, el mismo virus que provoca la varicela. Se manifiesta principalmente en la piel en forma de ampollas.
El virus se transmite sobre todo por vía aérea, pero sólo se puede contagiar como varicela, no como herpes zoster.
Cuando una persona contrae la varicela, el virus se queda latente en algún ganglio nervioso de la médula espinal y puede reactivarse años después en algún nervio periféricos ocasionando la aparición del llamado herpes zóster. No se sabe a ciencia cierta por qué se produce esta reactivación.
Esta enfermedad puede aparecer en personas de cualquier grupo de edad, aunque predomina más en los siguientes casos:
Cuando se contrae el virus varicela-zóster se suele notar un ardor u hormigueo generalmente intenso. Después de este síntoma aparecen unas ampollas en la piel, sólo unilateralmente, nunca de manera bilateral o simétrica, esta es una característica típica de esta enfermedad. A las dos o tres semanas de su aparición, éstas se suelen romper y formar pequeñas costras en la zona afectada.
Otros síntomas que suelen presentar los enfermos por herpes zóster son:
Si el virus de la varicela zóster afecta a algún nervio situado en la cara puede provocar dificultades para mover los músculos faciales y oculares, además de caída involuntaria del parpado del lado afectado y problemas de visión y deterioro en el sentido del gusto.
Una de las formas para prevenir la aparición de esta enfermedad es a través de la vacunación de los adultos mayores, con la vacuna ZVL y RZV (más reciente).
Para diagnosticarla suelen bastar el examen clínico evidenciando las lesiones y los síntomas y la historia clínica.
Si aun así hay dudas, se pide un análisis de sangre para detectar la presencia de los anticuerpos específicos contra este virus.
Es recomendable utilizar tratamientos antivirales lo antes posible para acortar el tiempo de la enfermedad y las posibles secuelas.
Es aconsejable mantener una higiene correcta de las lesiones hasta que mejoren para evitar que se lleguen a infectarse secundariamente. El enfermo debe mantener reposo durante el tiempo que recomiende el médico, para disminuir las posibilidades de complicaciones como la encefalitis herpética.
Las posibles complicaciones que pueden aparecer derivadas de esta enfermedad pueden ser las siguientes:
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